EDITORIAL: Con funcionarios así, ¿para qué oposición?

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Hay gestos que revelan más que cualquier declaración. Y hay silencios -o risas- que retumban más que una frase altisonante. Esta semana, el funcionario que representa al Ejecutivo decidió burlarse de la representación gremial y logró que los gremios se unificaran más que nunca. Miguel Amadeo, jefe de Gabinete del intendente Francisco Ratto, se rió. Negó. No explicó. No respondió. Se rió.
Y en esa risa se condensó un modelo de poder que ya no disimula su desprecio por el otro. Porque cuando Amadeo se burló de Patricia Medina, secretaria general de ATE, no se estaba riendo solo de ella. Se reía del reclamo colectivo, del trabajo organizado, de tres gremios que -por primera vez en mucho tiempo- hablaron con una sola voz.
Lo que empezó como una mesa paritaria se convirtió en una trinchera. No por la resistencia sindical, sino por la soberbia oficial. No es casual: cuando el Estado pierde sensibilidad, gana prepotencia. Cuando no hay respuestas, hay desprecio. Y cuando no hay conducción política, hay delegación en funcionarios que confunden autoridad con autoritarismo.
Amadeo no respondió por qué insultó la “honestidad intelectual” de las dirigentes gremiales. No se hizo cargo del agravio. Habló de otras cosas. Desvió el tema. Acusó sin pruebas. Cambió el eje. ¿Estrategia? ¿Cinismo? ¿Miedo? Difícil saberlo. Lo que sí quedó claro es que no comprendió la gravedad del momento ni la dimensión del daño que provoca cuando desde el poder se subestima a quienes reclaman condiciones mínimas para vivir.
¿Y el intendente Ratto? Ausente. Silente. Delegando -una vez más- lo que debería asumir con liderazgo. ¿Negociaría así Amadeo si las paritarias fueran con hombres al frente? ¿Se animaría al mismo destrato hacia representantes sindicales varones? Es una pregunta incómoda pero necesaria e increíble.
Porque en San Antonio de Areco, Anahí López (UPCN) y Adriana Hurtado (Sindicato de Trabajadores Municipales) representan a sus gremios desde hace décadas, con experiencia y legitimidad. Hoy se suma Patricia Medina (ATE), más combativa, menos paciente, y con una energía que incomoda a quienes creen que la política sindical debe ser obediente, dócil o decorativa.
¿Qué molesta tanto de estas mujeres organizadas? ¿Que no bajan la cabeza? ¿Que no negocian cualquier cosa? ¿O que se mantengan firmes en un territorio históricamente dirigido por hombres? Porque en esta discusión ya no se trata solo de números. Se trata de poder. De quién lo tiene, de cómo se lo ejerce y de qué manera se intenta disciplinar a quienes lo cuestionan.
No es solo una paritaria. Es un espejo. Lo que se juega en esa mesa es qué modelo de Estado se construye. Qué imagen proyecta un gobierno que decide enfrentar a sus trabajadores en vez de escucharlos. Qué tipo de liderazgo representa un jefe comunal que se esconde tras funcionarios sin empatía ni cintura política.
La historia local ya dio lecciones sobre esto. Cuando Durañona le ganó la elección a Antedoménico no fue solo por su discurso o sus propuestas. Fue porque la sociedad condenó el maltrato de su rival en un debate televisado por esta productora. Porque el pueblo, cuando se siente subestimado, responde con el voto. Y lo hace sin importar si el candidato es del PJ, del PRO o de la Sociedad Rural. Porque en Areco no se elige sólo un partido: se elige una forma de ser conducidos.
Hoy, Francisco Ratto -reelecto por voluntad popular- corre el riesgo de repetir el mismo error que sus antecesores: rodearse de funcionarios que lo alejan del pueblo. Que actúan como si la gestión fuera un privilegio y no una responsabilidad. Como si negociar con trabajadoras fuera una molestia. Como si el conflicto social se resolviera con sarcasmo y no con sensibilidad.
Ratto ya no puede aspirar a un tercer mandato. Pero puede -y tal vez quiera- seguir creciendo políticamente. El problema es que Miguel Amadeo parece dispuesto a dejarlo sin carrera antes de que lo intente.
¿Vale la pena sostener a un funcionario que erosiona, desprestigia y divide? ¿Le suma o le resta a la gestión? ¿Es posible construir comunidad desde la burla?
Las respuestas no las dará este medio. Las darán los trabajadores. Las darán los gremios. Y, cuando llegue el momento, las dará también el pueblo en las urnas.
Mientras tanto, lo que Amadeo no dijo lo dijeron tres gremios unidos. Y lo que él negó con sonrisas, lo confirmaron con hechos: la dignidad no se discute, se defiende.
Aunque les cause gracia.