San Antonio de Areco, el lugar donde se filmó “Kóblic”

Encontrar la locación para filmar una película que transcurre a fines de los 70 no es nada fácil. El realizador Sebastián Borensztein descubrió San Antonio de Areco para el rodaje de “Kóblic” y generó, junto a todo el elenco, revuelo y entusiasmo entre los habitantes de esa localidad bonaerense.

San Antonio de Areco, Cuna de la Tradición. Por cantidad de habitantes debiera llamársele ciudad, pero para todos es pueblo. Al norte de la provincia de Buenos Aires, a 115 kilómetros de la Capital Federal, se viaja a través del tiempo. La tranquilidad, el asado, el vino, los gauchos. Por allí pasó San Martín. Allí nació Ricardo Güiraldes. Allí se celebra la Fiesta de la Tradición. No se conocerá nunca en la historia un arequero que no esté orgulloso de su hermoso pueblo.

Ese es el lugar que eligió Sebastián Borensztein para el rodaje de su última película, “Kóblic”, que todavía puede verse en la cartelera comercial. Todo el equipo, incluyendo a Ricardo Darín y Oscar Martínez, convivió con la población de San Antonio de Areco durante las siete semanas de filmación. Muchos pueblerinos, más de cien para ser más precisos, fueron parte de la realización de la película. Lo hicieron trabajando en el detrás de cámara o como extras, prestando sus casas como locaciones y ofreciendo constantemente su amabilidad y solidaridad.

 “Elegimos Areco porque es el lugar que reunía las condiciones estéticas y logísticas para nuestra película. Teníamos que cumplir con los requerimientos de la época, la arquitectura por ejemplo. Hemos visto muchos lugares posibles pero ninguno reunía tantas condiciones como Areco, argumentó Borensztein, director y guionista del thriller que cuenta la historia de un piloto de la Marina que huye de sus obligaciones durante el segundo año de la última dictadura militar. El lugar que elige el personaje de Darín para esconderse es Colonia Elena, el nombre con el que se rebautizó Areco para el film.

KÓBLIC

Santiago Boskovich fue uno de los lugareños que participó de la realización como meritorio de dirección. Un privilegiado. “Todos eran de Buenos Aires, tuve mucha suerte. Ayudé con el casting de extras que se hizo en Areco y después logré entrar en el rodaje”, comentó Santiago, y luego continuó: “Les gustó mucho filmar acá, es un lugar muy tranquilo. Areco tiene eso, recibe bien a la gente”. Él es un claro ejemplo de arequero orgulloso.

Desde mucho antes de que la película comenzara su rodaje, los habitantes del pueblo estaban revueltos. La noticia ya estaba instalada y hasta había una chica recorriendo locaciones y rastreando autos para la realización. Ella entraba donde fuera que viera un coche antiguo y preguntaba de quién era. Estaba buscando cosas de la época de la dictadura. Se encontró con Carlos Vasile, dueño de un Ford Fairlane LTD del año 1971, ideal para la película. “En un principio no me dijeron ni qué película era ni quiénes eran los actores, nada, sólo que querían mi auto. A mí no me interesaba, no sabía en qué manos iba a estar ni cómo lo iban a tratar. Le dije a la chica que no era un tema de plata, que a no ser que lo manejara Darín no lo iba a prestar. Tiré Darín por tirar. Mis amigos no me creen esta anécdota”.

Increíblemente sí, Darín iba a ser el personaje principal. Carlos, entusiasmado por ver a su auto como protagonista de una película, se movilizó para llevarlo a que lo midieran y probaran dónde irían las cámaras. Unos días después lo llamaron para informarle que el auto no iba a ser utilizado. “El modelo de mi auto era de muy alta gama, era usado por el presidente en esa época. No lo podían hacer encajar, no iba con el personaje”. Una desilusión.

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Era invierno, hacía frío, era feriado. Comenzó el casting de extras. Belén Bratschi caminó varias cuadras para ir desde su casa a la Plaza Principal para anotarse. La cantidad de gente que había en esa lista parecía interminable: casi 600 nombres dispuestos a ser partícipes. Ella fue con su ilusión y su sueño de filmar alguna escena junto a Darín o Martínez, pero se fue sin esperanzas de ser llamada. Cuando oyó sonar su celular, saltaba en una pata. Había quedado seleccionada: iba a interpretar a una prostituta.

Por fin llegó el día de rodaje. “¡Me empezaron a maquillar al lado de Oscar Martínez! No sabía qué hacer, tenía mucha vergüenza”. La vistieron con un enterito verde con el que se la ve en la pantalla grande y se instalaron en la Estancia La Rosada. La familia que vivía allí estaba presente, junto a todo el equipo de producción. “Sebastián me dio todas las indicaciones de cómo debía salir a escena. Es muy detallista”, comentó Belén.

El almuerzo era el momento que ella más esperaba. Los extras, el equipo técnico, los dueños de la locación y los actores almorzaban todos juntos. “Por respeto, a mí me daba vergüenza saludarlos. Fueron ellos quienes se acercaron a charlar conmigo. Yo estaba chocha de la vida”. Darín se entretenía jugando con los perros y charlando con las chicas seleccionadas para extras. Oscar Martínez, por su lado, estaba muy contento charlando con unos gauchos del lugar. “Los dos eran muy educados, amables y macanudos”, expresó Belén. Es la misma opinión de los protagonistas que tiene Santiago y probablemente todo el pueblo.

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Una inundación severa azotó, una vez más, el municipio durante el rodaje, lo que obligó a estirarlo desde el 21 de julio hasta el 13 de septiembre del año pasado. La presencia de ellos en Areco ayudó a sacar alguna sonrisa entre los vecinos, incluso al ver a Ricardo rescatando perros del agua. “Tuvimos muchas complicaciones. Nos fuimos cambiando de alojamiento y modificamos muchos de nuestros planes, pero salimos adelante. Nunca dejamos de filmar a pesar de las condiciones adversas, siempre nos las arreglamos de una forma o de otra”, dijo Borensztein al respecto.

La fotografía de la película es evidentemente bella. Los paisajes arequeros deslumbran a cualquier espectador, pero aun más a aquellos que se sientan en el cine atentos, tratando de descifrar cuál es la esquina o la casa que aparece ante sus ojos. Nada más lindo que ver a tu pueblo como escenario de semejante película.

 “Sólo palabras de agradecimiento para los arequeros. Nos recibieron muy cálidamente, nos abrieron las puertas de sus casas y nos brindaron de todo. La verdad es que les estaremos siempre muy agradecidos”, expresó el director y, con esto, se le piantó un lagrimón a todo Areco.

Por Camila Molteni

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