Inauguraron el Laberinto Pampa en la Cinacina: un espacio único de contemplación, naturaleza y cultura en Areco

 

San Antonio de Areco suma un nuevo atractivo turístico y cultural con la apertura oficial del laberinto de bambú ubicado en la Cinacina, un proyecto que demandó años de trabajo, investigación y una profunda conexión con el entorno natural. La idea nació de Claudio Liberman, propietario de la estancia, y fue desarrollada junto a May Borovinsky, con una visión artística y ambiental que combina la identidad arequera con el juego, la contemplación y la cultura.

May Borovinsky

El espacio no es simplemente un laberinto tradicional, sino una plataforma viva donde conviven la naturaleza autóctona, la biodiversidad y las expresiones culturales. Está diseñado para todas las edades y ofrece un recorrido sensorial en el que pueden encontrarse familias, niños corriendo entre los caminos, músicos tocando en distintos rincones y un ambiente de profundo respeto por el entorno.

 

 

 

 

 

 

La historia del laberinto comenzó alrededor del año 2008, cuando Borovinsky y Liberman comenzaron a investigar las expresiones artísticas locales, especialmente la joyería, la orfebrería y la platería criolla. Inspirados por rastras antiguas, la pluma de ñandú y la flor del pensamiento, pensaron en un diseño que tuviera alma local. Así surgió la idea del laberinto, y con ella, una profunda investigación sobre qué especie vegetal lo haría posible. El bambú fue la elegida, no solo por su belleza, sino por sus cualidades ambientales, ideal para una zona baja e inundable.

 

 

 

 

 

La plantación de más de diez especies distintas de bambú requirió años de espera, drenaje, riego y cuidados especiales. El suelo poco fértil y las condiciones del terreno no facilitaron el proceso, pero con esfuerzo y paciencia lograron crear una estructura natural que hoy alberga tanto a visitantes como a aves, nutrias, lagartos overos y lechuzas vizcacheras, en un ecosistema que se fue regenerando en torno al proyecto.

En palabras de Claudio Liberman, este laberinto representa mucho más que un espacio físico:

“Tiene muchas historias el laberinto, pero es una metáfora de los caminos difíciles que tenemos lamentablemente en este país para hacer cosas. Yo soy básicamente un emprendedor. No aflojo, y voy para adelante con proyectos. Hemos tenido algunas reuniones en el Concejo Deliberante, me he sentido realmente manoseado.

Claudio Liberman

Lamentablemente, un tema que es importante, que tiene que ver con nuestra argentinidad, con nuestra tradición, de alguna manera, que tenemos que meditar, reciclar, sacar conclusiones, entender bien de qué se trata, no mirar al otro que hace de mala manera.

El que emprende, el que tiene ganas de hacer, hay que dejarlo básicamente, no que haga macanas, por supuesto, pero hay que escucharlo bien y con buena fe. Lamentablemente no fue lo que ocurrió acá ni de un lado ni del otro, no voy a puntualizar. Fue toda una situación.

Yo he sido una víctima de nuestro mal manejo público y realmente lamentable en un punto. Pero bueno, un aprendizaje para mí también. Y el laberinto es el resultado, no hay mal que por bien no venga. El laberinto tiene que ver con eso, por supuesto. Y con la posibilidad de dar a este espacio un destino lindo, de los lindos, de las cosas lindas.

En la época que tenemos para vivir, está bueno que podamos emprender y hacer cosas y no parar y no entregarnos a la desazón. No es fácil, no es fácil, pero es reconfortante al final del camino. El camino es uno solo en la vida y es seguir los senderos que se nos vienen”.

La estructura está pensada como un recorrido para perderse y encontrarse. Las entradas están decoradas en colores vivos que simulan portales o umbrales. Se trata de un espacio que invita a la contemplación, a la meditación, y al encuentro con uno mismo, con otros y con la naturaleza.

En su diseño, también se contempló una política de accesibilidad local: una parte de las entradas estará reservada siempre para vecinos residentes, además de una tarifa más accesible para niños, buscando que este espacio sea compartido por todos.

El nuevo laberinto de bambú en la Cinacina se consolida como un símbolo de resiliencia, arte y conexión natural, aportando un nuevo motivo para visitar Areco y dejarse sorprender por sus propuestas vivas.

 

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