Una sonrisa que ilumina: cuando la vocación docente se convierte en salud comunitaria

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En la Escuela Primaria N° 5 de San Antonio de Areco, sucede algo más que clases: la mirada atenta de quienes no se conforman con enseñar lo que está en los manuales. A través del proyecto “Sonrisas que iluminan”, impulsado por el equipo docente y liderado por la maestra María Ojeda, surgió una intervención concreta para mejorar la salud bucodental de los alumnos y acercar derechos básicos allí donde muchas veces no llegan.
La problemática era clara: un número creciente de estudiantes presentaba dificultades de salud bucal, producto de la falta de hábitos de higiene y el escaso acceso a servicios odontológicos. Pero lo más grave no está en el desconocimiento, sino en la imposibilidad. Hay niños y niñas que llegan a clase algún dolor en dientes o muelas y, en casa, se resuelve con las herramientas que tienen. No porque no quieran ir al médico, sino porque no pueden. Los Centros de Atención Primaria cercanos no brindan servicio odontológico, y el único que lo ofrece -en el Barrio Prado- está demasiado lejos para muchas familias. A esa distancia se suma la falta de información, el costo del traslado y, en muchos casos, la resignación.
La salud bucodental, así como otras especialidades esenciales como la oftalmología, no están garantizadas en el sistema público local. No es que las familias se desentiendan: el problema es estructural. La escuela, frente a ese vacío, asumió un rol que no le corresponde pero sí le importa.
Frente a este contexto, el proyecto que se presentó en la Feria de Ciencias no se quedó en los papeles: activó voluntades, convocó profesionales y ya en este primer tramo del año logró cumplir con todos sus objetivos iniciales.
Durante el primer trimestre, la comunidad educativa no solo investigó la situación, sino que desarrolló actividades pedagógicas transversales: desde encuestas, análisis de datos, realización de maquetas, elaboración de materiales preventivos y creación de un logo propio del proyecto. Los chicos se convirtieron en protagonistas: registraron datos, armaron informes, colaboraron con la organización de talleres y hasta gestionaron las autorizaciones de sus propios compañeros para recibir atención médica.
Gracias a esa iniciativa estudiantil -sostenida y acompañada por sus docentes- se logró algo más grande: gestionar ante las autoridades provinciales la llegada de un camión bucodental, que permitió ampliar el alcance de la propuesta. Además, se contó con la presencia de la odontóloga pediátrica del Ministerio de Salud provincial, Carolina Copello, actual directora del Hospital de Niños Sor María Ludovica, y de la nutricionista arequera, licenciada Daniela Laboranti, quien ofreció talleres y materiales sobre alimentación saludable como base esencial de una buena salud bucodental.
Todos los alumnos recibieron una topicación con flúor como primera medida de protección. Y ya está confirmada la próxima visita del equipo para el 8 de julio, en la que se brindará atención individualizada a aquellos niños y niñas que necesiten tratamientos más específicos.
Pero el trabajo no termina ahí. Después del receso invernal, el proyecto continuará con nuevas acciones. Se está planificando la confección de kits de higiene bucal para distribuir no solo entre los alumnos de la escuela, sino también en las salitas y centros de salud barriales, pensando en aquellos niños y niñas que quizás no forman parte de la matrícula escolar pero también necesitan acceder a una salud digna.
En tiempos en que las desigualdades se profundizan y el Estado muchas veces llega tarde, este proyecto muestra que la vocación docente -cuando se vuelve puente, gestión y comunidad- puede hacer una diferencia real. Donde otros ven un problema, estas maestras ven una oportunidad: la de sembrar una vida más saludable desde la infancia, con la esperanza puesta en algo tan simple y poderoso como una sonrisa.