Panadería Idiart: 100 años de historia, compromiso y profesión

Un 15 de agosto pero de 1922 José Campanella y Juan Idiart compraron un negocio para comenzar a trabajar con la panadería, que en aquel entonces denominaron “La Primavera”. Luego de 100 años se convertiría en historia pura, pasión, compromiso y profesión de generación en generación. Hace 100 años atrás nacía lo que hoy es PANADERÍA IDIART.

Juan Idiart junto a sus hijos Raúl, Delfor y Alberto (Bechú), se asoció luego con su sobrino Rodolfo. Más tarde, los hermanos quedaron a cargo del negocio familiar, con la incorporación hacia el final de esa etapa de la hija mayor de Delfor, María Clara. Estos días y desde hace más de veinte años, la “Pana” está a cargo de Gustavo Godoy y Lucía Idiart, – nieta de Juan, hija de Delfor y Nina, como Clara, Adriana y Pachi. Junto a sus hijos siguen la tradición familiar de las madrugadas al borde del horno, la espera del efecto de las levaduras o la masa madre y el control milimétrico de las temperaturas.

EL PANCITO DE MANTECA: TODA LA VERDAD

Cuando en abril de 1987 se casaron Gustavo Godoy y Lucía Idiart, vivían en la “Capital Federal” como se decía entonces y trabajaban, ella como periodista y él como fotógrafo publicitario. Se habían conocido en el coro de la Fundación San Telmo y seguían cantando en esa agrupación, a la vanguardia en arreglos y propuestas en el escenario.

La llegada de su primera hija Paula planteó apostar por mejor calidad de vida para todos, y entonces la opción San Antonio de Areco fue casi natural. Como también lógica fue la incorporación de Gustavo a la panadería, que pasó de combinar y mezclar químicos para fotografía, el motivo de su viaje a Buenos Aires desde San Luis, a conocer ingredientes y temperaturas en las recetas del pan.

Nacieron luego Nicolás, Pedro y Emilia, a esa altura ya instalados y al frente del negocio en una nueva etapa que cumple más de veinte años. Fue en ese primer tiempo donde surge la historia del título. Buscando una mejor manera en reemplazo del clásico “pan con manteca” de las tardes o el desayuno para Paula, Gustavo comenzó a pensar en un pan que contenga esas características: de tamaño más pequeño, liviano y suave sabor mantecado.

Y de allí surgió la idea de adaptar el pancito de manteca a un formato para las manos de los propios hijos y de tantos niños arequeros que los disfrutan en su cumpleaños. Un clásico que identifica a la panadería, junto a otros productos que se caracterizan por materias primas nobles, tradición y capacitación constante. Todo bajo la impronta de Gustavo, siempre pendiente de nuevas propuestas y con toda la familia comprometida atendiendo a nuestros clientes y amigos. A punto de cumplir los 100 años el lunes 15 de agosto, los tiempos de la casa y los hijos continúan mezclándose con las urgencias del horno a leña y el punto de las facturas.

La Pana, como la vida.

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