Un vecino de Trenque Lauquen denuncia maltrato institucional en Areco tras una infracción vial por falta de señalización

“Hay que alambrar Areco y ponerle una tranquera para que no entre nadie más”, decía años atrás alguien de San Antonio de Areco. Y esa frase, pronunciada con tono anecdótico, hoy resuena con fuerza tras el relato que compartió Francisco, oriundo de Trenque Lauquen, en este duro testimonio brindado en Dinámica Matinal.
Todo comenzó el 28 de febrero, cuando Francisco ingresó a la ciudad para visitar a su hija Agustina. Tras acceder por la vieja Ruta 8, dobló en una esquina sin señalización, guiado parcialmente por Google Maps, y cometió —sin saberlo— una infracción de tránsito. En cuestión de segundos, un móvil de tránsito que transportaba seis agentes lo detuvo con un despliegue desproporcionado: “me pusieron conos adelante, atrás, al costado… parecía que hubieran detenido a un narcotraficante”.
Seis agentes, entre ellas la Ámbar Violeta Di Filippo, lo rodearon para labrarle un acta. Francisco se negó a firmarla y a entregar su licencia, explicando que era visitante, que no conocía la ciudad y que “la señalización es prácticamente nula”. No hubo caso. Le retuvieron el carnet y lo dejaron con un acta que le permitía circular por 30 días.
Su peregrinaje continuó en la municipalidad, donde fue atendido por Antonela, secretaria del intendente. Allí, reapareció el móvil de transito, aunque solo con dos de sus integrantes. Lo más grave: las contradicciones. Según Di Filippo, el director de Tránsito Mario Javier Zotelo no estaba, algo que luego el propio funcionario desmintió al recibir a Francisco: “Yo nunca me voy antes de las tres de la tarde”. Y también la afirmación de que su licencia ya estaba en el juzgado, cerrado desde las 12 del mediodía y ya eran las 14 horas.
El relato se ensombrece aún más. El correo electrónico otorgado para el descargo no existía. Francisco tardó más de una semana en dar con el verdadero, entre errores, teléfonos que no funcionaban y un sistema administrativo opaco. Luego, vino el silencio. Ni respuesta ni resolución por parte del juzgado, hasta que tras presionar, recibió por WhatsApp —10 días después de dictada— una resolución que lo declaraba culpable y le imponía una multa de 436.000 pesos.
Se presentó personalmente en el juzgado y tras insistir, logró hablar con la jueza María Teresa Ivulich, quien reconoció que “los vecinos ya sabemos el sentido de las calles”. Francisco replicó con crudeza: “¿Y qué nos queda a los que no somos vecinos?”. La magistrada admitió que “la señalización es deficiente”, pero cerró la puerta a cualquier apelación porque ya había pagado la multa para recuperar su licencia.
“Yo estoy indignado con esto, me parece una injusticia absoluta, y le dije directamente esto para mí es un robo, y no entiendo cómo ustedes, una ciudad turística se maneja de esta manera… destrato hacia un accidental turista como soy yo”, dijo Francisco.
Todo esto ocurrió, mientras que —como bien señaló Francisco— “las motos circulan sin casco, las señales son confusas, y el propio director de tránsito admite que no hay presupuesto para carteles”.
Como todo esto fuese poco, la notificación oficial por correo llegó casi 20 días después. Y en medio de todo, un perjuicio añadido: Francisco debía viajar a Estados Unidos, y la falta de licencia ponía en riesgo su trámite de visa.
San Antonio de Areco, se pone con esta situación en el ojo de la tormenta institucional. Una experiencia que expone falencias graves de gestión, trato y transparencia.