Santa Coloma: cuando el corazón de un pueblo late a puro mondongo y torta frita

En el mapa parece un pueblito perdido, pero cada 1° de mayo, Santa Coloma se convierte en el centro de la emoción popular. La 18ª Fiesta Nacional del Mondongo y la Torta Frita volvió a demostrar que cuando hay raíces, trabajo en comunidad y ganas de celebrar, no hace falta ser grande para brillar.
Con apenas 200 habitantes, este paraje bonaerense del partido de Baradero recibió a más de 20.000 personas que llegaron desde distintos puntos del país. ¿La excusa? Un guiso de mondongo bien criollo, tortas fritas hechas con amor y una jornada pensada para compartir entre amigos, familias y vecinos de alma.
Desde temprano, el predio de la estación de trenes fue puro movimiento. El aroma de las tortas fritas recién salidas de las brasas se mezclaba con el perfume profundo y sabroso del mondongo cocido a fuego lento en ollas enormes. Las verdaderas protagonistas detrás del fuego: Donina González Paiva y Lidia Giménez, cocineras del pueblo y la región que, con manos sabias, guiaron la preparación de más de 1.600 porciones de guiso y 15.000 tortas fritas, usando 500 kilos de harina y 650 kilos de mondongo. Pero esto no empezó ese día: vecinos y vecinas venían trabajando desde hacía semanas para que todo salga perfecto. Y salió.
La fiesta también sonó. El escenario se vistió de folklore, cumbia y tradición. Pasaron artistas como Jorge Caamaño, José Mena, Kevin Pereyra, Jonathan Reynoso, Elías y La Sanatera, y los grupos de baile Ñann Huayra y el Taller Folkloreando. La noche cerró con ritmo, de la mano de Cumbia Dorada, Leo Miranda y Fernando Paiva, dejando a todos con ganas de seguir bailando.
No faltaron las ferias de artesanos, los carros de comida, la exhibición de autos y motos, ni los juegos para los más chicos. La entrada fue libre y gratuita, reafirmando el espíritu de una fiesta hecha con el corazón, sin barreras, para todos.
Nacida en 2005 como un gesto simple —dar a conocer el pueblo y festejar el Día del Trabajador— esta fiesta es hoy un símbolo de lo que puede lograrse cuando la identidad se celebra y se comparte. Como dicen por ahí: el mondongo une. Y Santa Coloma, con cada torta frita, nos recuerda que nuestras tradiciones siguen vivas.


