Feria de las Colectividades: ¿un negocio para quién?
La instalación de la Feria de las Colectividades en la Costanera local durante los fines de semana, desató una fuerte polémica el año pasado. Tanto fue así se generó un enérgico debate del cual participaron funcionarios, concejales, comerciantes y medios de comunicación.
En aquel momento se planteó la competencia desleal que se genera ya que esos puestos de comidas no tienen las mismas exigencias ni controles, que aquellos comerciantes cuyos negocios intentan mantener todo el año.
Doce meses después, nuevamente en el esperado fin de semana larguísimo de Semana Santa, los puestos volvieron a obtener permisos, de manera que de nada sirvió la discusión ni la firmeza con la que se pretendió defender al comerciante local. Peor aún, quedó lejos la promesa del gobierno de “incentivar el turismo para que los comerciantes puedan tener una importante rentabilidad ante los momentos duros que vienen”.
Esas declaraciones del Secretario de Turismo, Andrés Ziperovich, resultan casi una broma de mal gusto.
Hoy el comerciante local no sólo debe hacer frente al aumento de las tasas municipales, ni al absurdo incremento en el valor de la energía eléctrica, ni a la quita de los subsidios al gas, ni al aumento salarial de sus empleados sino también a burla de ver cómo otros con beneficios poco claros vienen y recaudan durante los cuatro días del fin de semana y se van sin dejar nada en nuestra ciudad, mientras nuestros comerciantes miran perplejos y pierden posibilidades.
En el párrafo anterior se mencionó que los dueños de los puestos tienen “beneficios poco claros”. Realmente no se entiende cómo es que se otorga un permiso que viene a perjudicar al local con una actividad que nada tiene que ver con nuestras raíces e idiosincrasia.
Poco clara es la situación. Los comerciantes están furiosos y no es para menos.
Si el dinero se va de la ciudad, ¿por qué se permite la instalación de la feria?, ¿a quién beneficia en realidad?… Muy extraño…