El Aeroclub celebró sus 55 años con una fiesta llena de emoción, historia y encuentros
El Aeroclub de San Antonio de Areco volvió a convertirse en un punto de encuentro. Su aniversario número 55 reunió a vecinos, socios, amantes de la aviación y familias enteras que se acercaron a celebrar una historia que todavía late con la misma fuerza que aquel primer día.

Desde temprano, el predio brillaba con ese clima tan propio del Aeroclub: mesas largas, música, charlas cruzadas y un ambiente que mezclaba admiración por la institución y ganas genuinas de festejar. La convocatoria superó expectativas; llegaron personas de distintos rincones de la región, muchos con la emoción de sentirse parte de una fecha que no se repite todos los días.
La fiesta tuvo de todo: buena comida, bebidas frías, exquisita comida al estilo ritual criollo y el calor humano característico de Areco, esa mezcla de hospitalidad y sonrisa fácil. Los organizadores lo tenían claro: cada visitante debía sentirse atendido, bien recibido y, sobre todo, feliz. El objetivo era simple y enorme a la vez: que todos se fueran con el corazón lleno.

Pero la celebración también estuvo atravesada por la historia. En el ambiente se respiraba una emoción especial, sobre todo porque entre los presentes se encontraban dos de los socios fundadores. A ellos se los veía orgullosos por lo que aquella semilla inicial logró convertirse: un aeroclub consolidado, activo, querido y respetado.
En noviembre de 1970, un grupo de apasionados por la aviación decidió poner la piedra fundamental de lo que hoy es esta institución. Lo hicieron con pocos recursos, pero con convicciones fuertes y una visión clara: crear un espacio para volar y para construir comunidad. Su esfuerzo, mucho mayor de lo que las generaciones actuales pueden dimensionar, quedó como un legado que hoy obliga a honrar la historia y proyectarla hacia adelante.

Ese espíritu fundacional sigue marcando el rumbo. Quienes hoy conducen el Aeroclub sienten la responsabilidad de mantener viva la pasión de aquellos pioneros y de llevar la institución lo más alto posible, de manera literal y simbólica. Por eso, la celebración no fue solo un cumpleaños: fue también un compromiso renovado.
Durante la tarde se llevó a cabo un homenaje muy especial. Una ceremonia profundamente significativa para reconocer el trabajo de todas las comisiones, desde la primera hasta la actual. Cada una aportó algo distinto, abrió caminos, sostuvo esfuerzos y permitió que el Aeroclub llegara al presente con esta solidez que hoy es motivo de satisfacción.
Las emociones se mezclaron: lágrimas discretas, abrazos largos, recuerdos y un mismo deseo compartido por todos: que la historia continúe, que el aeródromo siga creciendo y que el Aeroclub mantenga viva esa combinación única de pasión, esfuerzo y comunidad que lo hace tan querido.

